La que no podía morir



Según la leyenda, Apolo prometió a la Sibila Cumana cumplirle cualquier deseo a cambio de su amor.
Ella le pidió poder vivir tantos años cuantos granos de arena pudiera sostener en la palma de la mano.
Al negarse al abrazo de Apolo, el dios le recordó que había olvidado pedir también la eterna juventud.
Los años hicieron su tarea y la Cumana comenzó a envejecer y resecarse, hasta parecer una cigarra y permanecer encerrada en una jaula en el templo de Apolo en Cumas.
En esta condición, su único deseo, nunca satisfecho, era morir.
Otra leyenda la presenta como una mujer anciana que ofrece los nueve libros de Apolo al rey etrusco Tarquino Prisco por una suma exorbitante.
Al negarse el rey a adquirirlos, ella quema seis de los libros y regresa pidiendo por ellos el mismo precio.
El rey los compra y los volúmenes son depositados en el templo de Júpiter en Roma para ser consultados en situaciones de emergencia.
Los Libros Sibilinos ardieron en un incendio en el 83 a.C.
Se hizo una compilación que fue destruida en plena época imperial, al inicio del siglo V.